En un principio se ha hablado de la existencia de windshear durante la aproximación, por lo que el avión se habría quedado corto de la pista y con un elevado ángulo de ataque, lo que justificaría el impacto inicial de la cola, que se desintegró, quedando restos de la estructura así como la deriva vertical y el estabilizador horizontal prácticamente intactos en la zona previa a las “teclas” donde se inicia la pista.
Sin embargo, el NTSB en rueda de prensa sobre la investigación del accidente ha señalado primero que la meteorología no parece haber tenido influencia en el accidente, y que no había tal windshear; y en cambio ha significado que el piloto a los mandos en la toma, aunque tiene más de 10.000 horas de vuelo, sólo tenía 43 horas en el modelo y era su primer aterrizaje en San Francisco.
Según las informaciones dadas en la rueda de prensa, instantes antes del accidente, uno de los pilotos alertó sobre la velocidad, que había descendido por debajo de la de referencia, marcada en 137 kt, y aunque se aceleraron los motores, se activo el “stick shaker” 4 segundos antes del impacto, lo que indica que el avión estaba al borde de la pérdida. 1,5 segundos antes del impacto la tripulación inició un motor y al aire.
Los portavoces del NTSB también han indicado que la senda del ILS estaba fuera de servicio. Esta parte de la ayuda al aterrizaje es la que indica a la tripulación como debe ir descendiendo para posar el avión con seguridad a unos 300 metros tras inicio de la pista.
Tras este impacto, el B-777 siguió ya sin control perdiendo el tren de aterrizaje y los motores antes de detenerse e incendiarse fuera de la pista.
Se trata del segundo B-777 perdido en accidente. El primero fue uno de British Airways el 17 de enero de 2008 que también se quedó ligeramente corto de la pista del aeropuerto de Londres Heathrow tras fallarle ambos motores.